top of page

Los cuento del quijote:

  • elcantodelcronopio
  • 2 dic 2018
  • 3 Min. de lectura



Por: María José Alcaraz

Eva Luna como mujer protagonista de una novela latinoamericana, fue para mí cuando lo leí por primera vez a los trece años, la encarnación en una mujer de todo el realismo mágico que late muy fuertemente en Latinoamérica. El realismo mágico es una expresión que usamos en la literatura para referirnos a ciertas novelas con historias realistas, que en algún párrafo inesperado presentan un hecho mágico.

(Dar el ejemplo de la radio)

El libro Eva Luna fue publicado en 1987, y los Cuentos de Eva Luna dos años después. Hasta el día se me hace difícil encontrar novelas que sean más esencia que trama. Si yo tuviera que decir cuál es la trama de Eva Luna, te puedo decir que se trata de una niña huérfana que por las circunstancias de la vida deambula por las calles y conoce a un montón de personas que viven al margen de la sociedad. Con ese resumen no te dije NADA.

Te puedo contar lo que mi yo de trece años te diría que fue Eva Luna y sus cuentos. Eva Luna es la gran contadora de historias que me inspiró, la razón por la que fui a leer una versión adaptada de las Mil y Una Noches (porque no tenía la original) y por la que hoy cuento cuentos. Eva Luna era mujer, creatividad, pasión, erotismo, misterio, tabú, tragedia, dolor, amor. Era un sentimiento tan intenso que leerla era adentrarte en una selva caliente, de humedad espesa, que te lleva al delirio y despierta todos los sentidos.

Hace un par de meses, una amiga me prestó Eva Luna y con miedo volví a las páginas de lo que es mi más grande idealización. Tenía mucho miedo de que Eva Luna no fuera todo lo que recordaba, sino una historia más. No lo fue. Desde el primer párrafo, sentí que todos los libros que leí en estos últimos diez años, no podían hacer sombra a esta novela:

“Me llamo Eva, que quiere decir vida, según un libro que mi madre consultó para escoger mi nombre. Nací en el último cuarto de una casa sombría y crecí entre muebles antiguos, libros en latín y momias humanas, pero eso no logró hacerme melancólica, porque vine al mundo con un soplo de selva en la memoria.”

Toda la historia fue nueva para mí, porque mi yo de trece años se quedó con los sentimientos, y olvidó la historia, a los personajes y a sus excentricidades. Desde un indio moribundo de la tribu de la Luna, que no puede decir su nombre, porque dar su nombre es ofrecer su alma; una chica huérfana criada por monjas, a quienes asustaba su cabello rojo como el fuego; el médico con una fórmula secreta para embalsamar muertos; una madrina negra que creía en santos católicos y dioses africanos; una “abuela de cariño” que llevaba siempre consigo un ataúd para estar preparada para la muerte y en una gran inundación, este ataúd la salva al ser su bote; un niño de la calle que de ser un delincuente de poca monta pasa a ser un líder de la guerrilla; un libanés que cruzó medio mundo como mercader para llegar a un pueblo perdido con calles de sol y polvo. Y mis personajes favoritos: Rolf Carlé y Melecio, sus historias de vida atraviesan la de Eva Luna. Melecio, un artista transexual: profesor de italiano de día y una grandiosa cantante por las noches. Si queremos comprender todas las facetas y todos los sentimientos que nos hacen humanos, en la vida hay que conocer a este personaje.

Y por último, Rolf Carlé. También cuenta historias, pero a través de una cámara. Algo que no recordaba de cuando era chica, y que de grande fue como si me revelaran el secreto de Eva Luna, fue que Rolf un día entregó su historia de hijo pródigo y dolido a Eva Luna y ella le regaló otra, tomando un poco de la anterior y un poco de su imaginación. Era lo que ella misma había hecho con su historia.

Eso cerró un círculo para mí: somos las historias que contamos. Nuestra historia de vida es como elegimos contarla. No hay que malinterpretar esto, no estoy hablando de mentir ni de vivir una fantasía. Somos dueños de nuestra historia, nosotros elegimos como escribirla, como contarla, que significó cada capítulo. Hagamos de nuestras vidas una historia para contar.

 
 
 

Comments


columnas

bottom of page