La luz que no tiene fin: día de los fieles difuntos
- elcantodelcronopio
- 2 dic 2018
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Por: María José Alcaraz
Hoy, 2 de noviembre, se conoce como el Día de los Fieles Difuntos en la cultura popular. Es una tradición de dos días, dedicados a recordar a nuestros familiares y amigos que ya no están, para los cuáles pedimos que brille la luz que no tiene fin. Esta conmemoración se extiende por toda Latinoamérica, con celebraciones muy conocidas como el Día de los Muertos en México. Con la película “Coco” de Disney, una historia que conmovió a todos, un poco de lo que es la cultura latina se compartió con el mundo. Nosotros damos un significado muy especial a lo que es la vida, la muerte y el recuerdo de nuestros seres queridos.
En México, el altar para honrar a los muertos es algo en lo que participa toda la familia y que se hace con mucho respeto hacia los difuntos. Se colocan fotografías, alimentos y objetos preciados por los fallecidos. Es una celebración de dos días, de reunión familiar y encuentro entre los que están la tierra y en el cielo. Así también, en Bolivia, se preparan altares con comidas y bebidas. La tradicional “tantawawa” es un bizcocho de 50 centímetros con forma humana y es una de las comidas que no puede faltar. Además, con el pan se arma una escalera que simboliza el ascenso de las almas al cielo. Por otro lado, en Perú, se cree que las almas llegan el 1 de noviembre, el “Día de Todos los Santos”, y regresan a su morada al día siguiente. Los peruanos van a los cementerios el 2 de noviembre a saludar a los difuntos, a llevar ofrendas y comidas que le gustaban a los fallecidos.
En Corrientes, la noche del 31 de octubre, las serenatas a los ángeles se hacen escuchar. La tradición consistía en que los músicos visitaran las casas, donde hubiera “pequeños ángeles”, niños que fallecieron demasiado pronto. La mañana del 1 de noviembre, los niños salen en bandada por las calles, con estampitas, rosario y algunos vestidos de ángeles. Con la oración “Ángeles somos, traemos la bendición de Dios”, reciben dulces como ofrendas de las casas que bendicen con su presencia. El 1 y el 2 de noviembre son los días en que las familias peregrinan hacia los cementerios donde descansan sus seres queridos. Llevan el tradicional avío: comida y bebida preparada para un almuerzo familiar que se comparte con el difunto. Se pasa todo el día delante de la cruz y se reza un rosario completo cada tanto. Los parientes que llevan tiempo sin verse, se reencuentran esos días, delante del difunto que con su recuerdo, todavía los une. En sí, es un encuentro de las familias, de todos los que están y de los perduran en el recuerdo.
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