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Floreser: Entropía

  • elcantodelcronopio
  • 15 dic 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 15 dic 2018



Por: Araceli Almirón

Recordemos de qué trata la sección para la gente que recién se suma o que ya se olvidó. FloreSer es una sección que apunta a reflexionar sobre el amor propio. El amor propio que florece desde adentro, que podemos regar todos los días y trabajarlo, que te hace florecer. En la columna anterior hablamos sobre la deconstrucción del amor, y hoy vamos a hablar de la entropía.

Para arrancar entropía significa evolución o transformación y marca lo irreversible. La entropía es un concepto que viene del lado de la física. Para mis compañeros que ya los cansé con el documental “Las leyes de la termodinámica” ya deben saber de qué les hablo. La entropía es la segunda ley de la termodinámica, significa que todo sistema que evoluciona tiende a degradarse.

En el documental se lo representa con una estatua, a la que el protagonista accidentalmente choca y se cae al piso rompiéndose en infinitos pedazos. Como decíamos marca lo irreversible y mide los cambios de un elemento desde su estado inicial hasta el momento final.

La entropía es la tendencia de pasar de un estado de orden a un estado de desorden o caos según una página de internet. Hasta el momento parece un proceso de laboratorio, pero, ¿se imaginan cómo se vincula con nuestras vidas? Ejemplos cotidianos de entropía hay miles, desde la naturaleza podría ser una ola golpeado unas piedras, la lluvia, la erupción de un volcán. Ahora.. ¿en la vida de cada uno de nosotros cuantos ejemplos de entropía hay? Si yo te digo que pienses en una situación que en la que algo se rompió y llegó a un punto irreversible, ¿en qué pensas?

Ahora que sabemos que significa creo que somos muchos los que le tenemos miedo a la entropía, los que la postergamos y la evitamos, como cuando suena la alarma del celular y le pones “posponer”, lo dejamos para después. La entropía implica una modificación del estado de las cosas, algo que se rompió, que cambió, que mutó o que terminó.

Evitamos los finales, las rupturas, los momentos de definición, huímos a la entropia. Pero lo cierto es que la entropía encierra otros procesos y convive con otras leyes de la física, como la ley de conservación de la masa conocida popularmente porque “nada se pierde, todo se transforma”.

Y así cuando un ciclo se termina, que puede ser la escuela, una carrera, una amistad de años, una relación (todas esas moléculas pequeñas en la física, o sentimientos) generan un caos de emociones. Muchas veces sostenemos vínculos o situaciones que no dan para más por el miedo a que se termine.

Magalí Tajes escribió un relato “Soltar(te)” en el que hace una analogía con una señora que va al supermercado y las bolsas le pesan tanto pero no las quiere soltar porque le importa lo que tiene adentro pero le lastiman las manos. Para en el camino, descansa y continúa. Y el relato termina con la autora planteandose “Soltar duele ¿y sostener lo insostenible?”

Y así nos negamos a terminar lo que ya cumplió su ciclo, como la señora del supermercado sigue cargando esas bolsas. Pero el momento en donde soltas las bolsas, te aliviana la carga, te hace más llevadero el camino, el momento en el que recordas los aprendizajes de un momento de tu vida y te preparas para el que sigue con ilusión.

Pero como una canción de Jorge Drexler “nadie nace sabiendo que morir también es ley de vida”


 
 
 

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