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Clásicos son los clásicos: La mala pasión

  • elcantodelcronopio
  • 15 dic 2018
  • 4 Min. de lectura


Por: Iván Andrés Valdés

Este es el fragmento de una creación de Hernán Casciari, lo que acabamos de escuchar se llama ‘’Teníamos un juguete’’. De forma simple y amistosa cuenta como llegó el fútbol a nuestro país. Pero lo más importante es como dejamos de enamorarnos del juego para empezar a ponerle énfasis a lo que pasaba afuera de la cancha. Después menciona como en los cantitos empezaron a cambiar el sentido de la letra y lo que parecía una simple broma se terminó convirtiendo en palabras de violencia.

Pero a eso no lo llamaron como tal, sino como una forma de pasión. Ponerse a cantar en forma masiva en un estadio una frase intimidante era lo nuevo. Y Fue el primer paso para que los barrabravas empiecen a tener un protagonismo, que luego atravesó la frontera del deporte para ir al negocio, luego a la política. Cuando nos dimos cuenta: un incidente que ellos generaban no lo pudimos erradicar porque se hicieron dueños de la tribuna, para mal.

El partido número 239 entre ambos equipos fue el más determinante de todos porque definía una copa internacional, un encuentro que tuvo que esperar 15 días más luego de la suspensión que se había dado en el estadio Monumental. Esos 15 días se estiraron al punto que duraron años para todo aquel que estaba ansioso por ver el duelo entre los dos equipos más grandes del país.

Doha, Asunción, Estados Unidos fueron los lugares donde sonaban para ir a jugar el compromiso final. Una locura total porque habían 66 mil personas que pagaron su entrada y ni si quiera el 10% iba a poder ir a otro lugar. Un sinfín de destinos porque nos consideraban que ‘’no estábamos capacitados para organizar un partido de esta magnitud’’. El estadio Santiago Bernabéu que ofreció el escenario para que se pueda jugar, pero se perdía la esencia que la copa se entregue en nuestro continente. La culpa de un cúmulo de personas hizo que esto el partido prácticamente se remate pero con la posibilidad de poder jugarlo, ante el pedido de Boca por todos los incidentes que habían ocurrido.

Vendieron el partido, ya no iba a hacer lo mismo, se desvirtuó, lo manosearon al tal punto que perdió el sentido, era una de las principales frases de las personas. Pero el juguete que tanto habla Hernán y la historia la hicieron revalorizar: el primer golpe lo dio Boca en el primer tiempo con Benedetto y en el segundo Pratto devolvió el favor. Como si fuera una burla del destino, el partido fue al tiempo extra como si no hubiera sido suficiente todo el tiempo que esperamos para ver a un nuevo campeón.

En el suplementario algo quizo que el disparo de Quintero se estrelle contra el travesaño y entre adentro del arco, pero no lo mismo con la definición de Jara a los 121 de juego. Luego llegó la corrida de ‘’Pity’’ Martínez que terminó de cerrar una noche que no fue apta para las personas con problemas en el corazón.

La televisión española hizo varios informes sobre el partido, de todos los colores y gustos. Desde el momento que muestra a Messi mirando la secuencia del gol de Boca y su seriedad mientras el locutor decía ‘’Messi no tiene mucho gusto por Boca’’. Hasta muchas historias llamativas: Desde el madrileño que viajó a Buenos Aires para ver el partido en el Monumental y ante la suspensión se tuvo que volver. La sorpresa es que el partido se jugó a ocho cuadras de su casa y para eso cruzó el océano Atlántico.

Una salvadoreña que hizo el viaje a Europa para ver el partido, pero al llegar al acceso del estadio su teléfono se quedó sin batería y no pudo mostrar su entrada a la gente de seguridad. Un británico que hinchaba por Boca se quedó afuera porque alguien había clonado su entrada virtual, pagó 700 euros por un ticket auténtico pero una persona llegó antes y pudo entrar. Hinchas que se iban del estadio en pleno partido porque su corazón no podía aguantar la tensión que ellos veían desde adentro.

Un joven discapacitado hincha de River junto a su papá de Boca viajaron desde Argentina para ver el partido, no importó los colores o resultado sino compartir un momento juntos. Otro que trabajaba de moto mandado en Buenos Aires logró comprar la entrada y los pasajes para ver el partido, ahora dice que tiene que trabajar un año gratis porque tiene un montón de personas a la que debe, entre familiares, amigos. Y así casi 10 mil hinchas argentinos llenaron varios aviones para ver una hazaña.

La fiesta del fútbol se la quedaron los malos organizadores, los violentos y el negocio que hace que la pelota se manche día a día. Pero la historia de estos dos mundos que forman River y Boca hizo que esto el día de mañana quede como un gran capítulo de este deporte. Algo que no pueden contar un Argentina-Brasil en la final de un Mundial o un Barcelona Real-Madrid en una final de Champions League. Los hinchas lo revalorizaron, revalorizaron algo que terminaron siendo víctimas de toda una macana que hasta hoy no tiene un responsable.


 
 
 

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